sábado, 28 de mayo de 2011

HOKUSAI


Archivo:Hokusai portrait.jpg



GREAT WEAVE




Katsushika Hokusai fue un polifacético y productivo artista, uno de los grandes maestros de la cromoxilografía japonesa. Nació en las afueras de Edo y al quedar huérfano a temprana edad, fue adoptado por un artesano que realizaba espejos para la corte del Shogun. Tras aprender el oficio de grabador y xilógrafo, entró como aprendiz de pintor (llevaba pintando desde los seis años) en el taller del maestro del “ukiyo-e” Shunsho (uno de los principales maestros de retratos de actores), aunque también trabajó y aprendió con distintos pintores (Hiroyuki, Torin, etc), estudiando además la pintura europea. Hacia 1797 adoptó el nombre de Hokusai y comenzó la época de su apogeo artístico: publicó una serie de importantes retratos femeninos e ilustraciones en color “Canciones de Itako”, “Vistas famosas de la capital oriental”, “Montaña sobre montaña”,…
Caracterizado por una gran creatividad, hacia 1805 había tocado todos los aspectos del ukiyo-e: surimonos, estampas sueltas, libros de ilustraciones y de anécdotas, ilustraciones de poemas y narraciones históricas, libros eróticos, pinturas y dibujos. Por esa época empezó a estudiar la pintura china y el arte de la ilustración de novelas, y a partir de 1814 empezó a editar libros de dibujos, los “manga”, reproduciendo la vida y actividad del pueblo en sus tareas cotidianas, además de series de escenas mitológicas, de animales, de plantas y paisajes. Sus series más famosas son las “36 vistas del Fuji” y los tres volúmenes de la obra “100 vistas del Fuji”, que han sido consideradas por la crítica como la obra cumbre de la pintura paisajística japonesa.
Su vida personal fue inquieta y agitada, vivió siempre en la pobreza, se cambió unas veinte veces de nombre y unas noventa y tres de casa; se casó dos veces, tuvo varios hijos y realizó numerosos viajes, además de crear incesantemente, ya que se calcula que su obra abarca unas 30.000 estampas e ilustraciones para casi 500 libros.
Como artista, contribuyó a dar una nueva dimensión al “ukiyo-e”, convirtiendo al paisaje, y a la pintura de flores y pájaros en géneros autónomos y reconocidos. Fue audaz en la combinación de colores, perspectivas y detalles, representando la naturaleza a veces con un realismo radical. Se ocupó de los temas más diversos, abarcando en su ingente obra desde burdeles hasta imágenes religiosas budistas, desde plantas o flores hasta los paisajes grandiosos, pasando por caricaturas satíricas, el diseño de pipas, de arquitecturas religiosas, paisajes en miniatura y panoramas. Gran maestro de la improvisación llegó a utilizar como instrumentos pictóricos huevos, botellas y los dedos.
En la obra que acompaña al artículo “Ola en alta mar en Kanagawa”, perteneciente a la serie de “36 vistas del monte Fuji” (1831-1834), nos muestra una vista del monte Fuji hacia tierra firme desde alta mar. En la serie representa al monte desde distintos puntos de vista, a diferentes horas del día y en diversas estaciones (lo cual irremediablemente nos remite a las famosas series que, años más tarde, realizará Monet). Aquí vemos como la cresta de la ola está a punto de romper sobre las barcas y los marineros, mostrando la violencia de la naturaleza contra la que el ser humano se encuentra impotente, otra forma de reflejar el “ukiyo-e”, lo cambiante, lo efímero, lo fugaz.



NAMI CHIDORI





Utagawa Hiroshige fue el último gran maestro del “ukiyo-e” (pintura del mundo que fluye), tan importante como Hokusai en la historia de la xilografía paisajística japonesa. Poco después de su muerte comenzó la época Meiji (1868-1912), en la que se importaron todo tipo de “bienes culturales” occidentales, como la fotografía y las técnicas de impresión, lo que supuso el final del “ukiyo-e”.
Nació en Edo, donde a los 14 años entró como aprendiz en la escuela del maestro del “ukiyo-e” Toyohiro y cuando este falleció se hizo cargo de su taller, dedicándose, al principio a las representaciones figurativas (estampas de muchachas o bijin-ga, actores y guerreros), al igual que su maestro. Pero a partir de 1830 pasó a estudiar paisajes y otros motivos de la naturaleza, cuando el gran Hokusai ya había revolucionado ese tema y lo había elevado a la categoría de género autónomo.
El inicio de su carrera como paisajista lo marca la serie “Lugares famosos de la capital oriental”, pero la fama le vendría con las “53 estaciones del Tokaido”, serie de dibujos que muestran diferentes escenas del camino que unía Edo con Kioto, que el tuvo que recorrer en 1832 en una misión oficial que realizó como funcionario, acompañando a la comitiva del Shogun, encargándose de realizar bocetos y dibujos de las diversas ceremonias que tuvieron lugar en la corte imperial de Kioto.
A continuación realizó otros viajes que le van a servir de inspiración para la creación de nuevos paisajes, entre los que destacan “Lugares famosos de Kioto” “Ocho vistas del lago Biwa”, “Lugares famosos de Naniwa”, etc.
En sus paisajes utiliza un tipo de colorido que logra reproducir el ambiente de la naturaleza a distintas horas del día y durante las estaciones del año, con sol, lluvia, viento, nieve, en la oscuridad de la noche, en el crepúsculo, bajo la luz de la luna, como por ejemplo en su obra “Tamagawa shugetsu” en la que representa una escena a orillas del Tamagawa, en una noche de otoño a la luz de la luna. La línea la maneja con maestría, mediante un preciso trazado, lo mismo que la composición, cuidadosa y refinada. En ocasiones, introduce poemas en muchas de sus obras, lo cual hace referencia a su formación literaria. Su éxito y popularidad fueron enormes, llegando a influir en el arte occidental, sobre todo en los impresionistas, que contemplaron sus obras en las exposiciones universales parisinas de mediados del siglo XIX. Se sabe que Van Gogh poseía varias estampas suyas.
La estampa que vemos aquí se llama “Nevada nocturna en Kambara” perteneciente a la serie “53 estaciones del Tokaido”. Se trata de una localidad que se encuentra en un tramo de costa bastante cálido, donde apenas hay nevadas. Los gruesos copos de nieve siguen cayendo incluso al anochecer, donde todo, montañas, casas, árboles, aparece cubierto por ella. Tres personas en primer plano que van caminando dejan sus huellas en la nieve, constituyendo las notas de color (Hiroshige solía emplear en sus obras el color azul de Prusia, un azul oscuro con un toque de verde). Este grabado presenta además otras de sus peculiaridades, como son la representación de la nieve y el lirismo de los paisaje


MONT FUJI



KATSUSHIKA





FEMININE WAVE


Espero les haya gustado saludos


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